LA SEMIÓTICA
Es difícil dar una definición unánime de lo
que es la semiótica. Sin embargo, puede haber acuerdo acerca de “doctrina de
los signos” o “teoría de los signos”. Esta definición presenta el inconveniente
de transferir al término “signo” la mayor parte de los interrogantes. Para
algunos el signo es, en principio, un objeto construido; para otros, es, en
principio, un objeto observable; otros sólo toman en cuenta sistemas de signos
previamente establecidos, que pueden alcanzar desde sistemas de
señalización concretos hasta los sistemas de significación implícitos en toda
práctica social (ritos, mitos, costumbres).
Existen, pues, concepciones opuestas de la
disciplina, que van desde el estudio de un sistema concreto de señales hasta
una concepción “absolutista” que hace depender la propia cultura del fenómeno
comunicativo. Un breve sumario de estas concepciones sería el siguiente:
1. Una concepción limitada a
los sistemas de signos instituidos en la práctica social y no-lingüísticos:
carteles de señalización, escudos, uniformes, etc… En todo caso, podría
hablarse de “signalética” para calificar esta concepción.
2. La concepción que puede
llamarse “saussuro-hjelmsleviana” que considera con Saussure, que la
lingüística es una parte de la semiología, “ciencia que estudia la vida de los
signos en el seno de la vida social”. Extendiendo el modelo lingüístico a todos
los sistemas de signos humanos, la misma podría calificarse como
“semiolinguística” aún cuando sus sostenedores recusan este apelativo. Sin
embargo, construye sus objetos sobre el “patrón” de los objetos de la lengua.
3. La concepción peirceana que
combina, en el estudio de los signos un análisis de los fenómenos de
significación como la cooperación de tres instancias que implican al
representante (el signo propiamente dicho), al representado (aquello de lo que
el signo da cuenta) y a un intérprete genérico considerado como un muestrario
representativo portador de los hábitos interpretativos de la comunidad a la que
pertenece.
4. Concepciones etnoculturales
que ven en la cultura una combinación de sistemas “modelizadores” de lo real
(Yuri Lotman, Escuela de Tartú).
5. Concepciones que tienden a
abolir la separación entre ciencias humanas y ciencias de la naturaleza, a
partir de una zoosemiótica, de una fitosemiótica, reagrupadas con la teoría de
la información y las neurociencias, para constituir una especie de “perspectiva
semiótica” (Círculo de Toronto).
6. Concepciones “regionales”
del objeto semiótico limitadas a campos como el visual, las prácticas
culturales y artísticas (danza, literatura, poesía, urbanismo y arquitectura,
cine, teatro, circo, pintura, presentación de la persona, etc…), los
“discursos” de carácter social (jurídico, religioso, político, etc…). Aunque
pretendidamente independientes, dada la especificidad de su objeto, no dejan de
vincularse, más o menos explícitamente, con alguna de las concepciones
enunciadas anteriormente.
Las
concepciones 2) y 3) son las más comúnmente aceptadas y no han dejado de
existir intentos de proceder a síntesis de ambas, de los que el más reputado ha
sido el de Umberto Eco[1]. Sin embargo, dicha
síntesis se presenta problemática, ya que, como veremos, sus metodologías de
trabajo se presentan casi como irreconciliables, apoyándose la concepción
saussureana en una base binaria (significado / significante) mientras que la
pierceana se apoya en una base triádica (objeto / signo / interpretante).
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